Una fundación nos encargó un centro comunitario para personas migrantes que necesiten un lugar donde bañarse, lavar su ropa, comer y retomar su camino, que sirviera también para niños que deseen retomar sus estudios, ofreciendo varios talleres de manualidades.

Situado en una calle de alto tráfico peatonal, cercano al metro insurgentes, decidimos hacer un lugar, no solo para darles refugio, sino también para que aprendan un oficio y así poder salir adelante. Fue así como decidimos empujar todo el programa al fondo del predio, liberando así un gran espacio al frente de la calle, el cual está ocupado por una serie de columnas de durmientes con armellas en las cuatro esquinas. De esta manera creamos una especie de mercado flotante, el cual se va adecuando al uso que se le vaya dando, incluyendo la venta de los productos que puedan aprender a fabricar dentro del centro.

El centro comunitario está diseñado para crecer por etapas alrededor de un gran patio de usos múltiples, el cual cuenta con una gran cocina que da servicio y comida a las personas que lo necesiten, haciendo este espacio muy versátil.